La arquitectura

Estamos convencidos de estar viviendo en el umbral de una extraordinaria transformación de nuestra disciplina, de una reorientación técnica, ética y estética que trata de responder, como es su bendita obligación, a un nuevo universo de problemáticas entre las cuales, además de las derivadas del lógico, y por lo tanto no novedoso, ajuste sociológico y cultural de cada época, emerge, y esta sí es imprevista y “ grave ”, la medioambiental, que casi nos obliga a dar un paso atrás y, para no dar nada por sabido, redefinir la arquitectura en nuestras aulas como “la intervención humana en el medio ”, y hablar de recursos, tiempos, procesos…
No sólo nuestro compromiso, sino nuestra ilusión, es participar de este momento histórico aunque tenga que ser medio a tientas, balbuceando todavía. En este sentido, estos dibujos son, más que un diseño cierto o final, el esfuerzo por ganarnos la oportunidad de perseguir ese diseño en condiciones de menor aislamiento. La arquitectura que nos apetece hacer, aun apoyándose en sistemas o materiales constructivos conocidos, como un suelo bastante neutro de baldosín de mortero, una estructura de pórticos y cerchas metálicas, y una mínima pero muy extensa cubierta trasparente de policarbonato minionda, por ejemplo; los propone como un soporte para un organismo de complejidad y capacidad de maravilla superior, altamente dependiente, en sus virtudes o carencias, de los factores humanos (jardinería) y naturales (recogida y almacenamiento de agua para riego) que pretende gestionar a partir de su puesta en marcha.

El jardinero

Nos apetece exponer un estado de la tecnología de la gestión del agua, trasparentar las fluctuaciones de la meteorología, permitir que la exuberancia o pobreza de una arquitectura, incluso la eficacia en alguna de sus responsabilidades básicas, como la sombra, estén en manos de un experto no arquitecto ni dirigido por el arquitecto. Nuestra propuesta es, decididamente, que si lo que tratamos ahora es de ponerle “ puerta ” a este recinto que es el Campus, se la encarguemos a quien sin duda se lo ha ganado sobradamente: su jardinero. Su selección de especies, diseño de lugares y estados, su dominio de los eventos naturales como floraciones o caídas de la hoja y artificiales como podas o reparaciones y siembras, la calidad técnica de su trabajo y sus repercusiones estéticas han determinado el carácter de este lugar muy por encima de cualquiera de sus edificaciones particulares o de su planeamiento. Extender este “m aterial ” hasta cubrirnos con él nada más bajar del tranvía, eso es lo nos gustaría hacer.

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